Durante la semana del libro, abrimos un pequeño taller de creación poética en el que todos estabais invitados a participar. Gracias a vuestras aportaciones, este es el poema que unos primeros versos de Nicanor Parra han inspirado.
¡Esperamos que os guste mucho y por supuesto, podéis continuarlo!
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
e imagina que imagina su vida. Una vida de visiones digna de un visionario.
Inmerso en su biblioteca imaginaria con sus libros imaginarios,
podía hacer realidad cualquier sueño, desde volar hasta conocer los pensamientos de los otros.
Vivía en una mansión imaginaria un hombre imaginario
a quien le gustaba ser invisible como el aire y ayudar a los demás
dándoles amor y libertad, sin oír Gracias y sin decir De nada.
Soñaba con un mundo donde no había sol,
sino lunas llenas y estrellas mojadas.
Soñaba que su mujer era de oro y que él era de plata.
Tenía un pájaro pinto y un gato llamado sonata.
Tenía entradas gratis para el concierto de Renata.
Su mansión estaba en San Francisco y su corazón estaba en Granada.
Vivía entre los dos, el corazón roto y el alma lastimada.
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