“Quien no conoce las lenguas extranjeras nada sabe de la suya propia” Goethe
Nos gusta acercaros artículos sobre el aprendizaje de idiomas, su importancia y sus beneficios. Nunca dejaremos de daros buenas razones para aprender español y por eso os recomendamos nuestras Skype Spanish Lessons.
Esta semana, viajamos hasta Méjico para traeros este artículo de El Informador sobre el aprendizaje de idiomas, la capacidad que tenemos en cada etapa de nuestra vida y la importancia de la motivación. ¿Cuál es vuestra mayor motivación para aprender un idioma?
Los placeres de la lengua
GUADALAJARA, JALISCO (17/JUL/2012).- La lengua es un órgano de placeres. Con ella la comida se degusta y los franceses, reza el tópico, besan como ellos saben.
“Una palabra es el sabor que nuestra lengua tiene de lo eterno”, escribió Rosario Castellanos desde su Chiapas, donde se escuchan más de 60 dialectos. Y es tan estrecha la relación que hay entre el idioma y la lengua que en español se usan como sinónimos.
Al mismo tiempo es un músculo, y como tal, “hay que ejercitarlo”, señala Claudia Ortiz Alvis, maestra de alemán en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), quien afirma que cuando se aprende un idioma extranjero en la etapa adulta, la lengua debe buscar nuevas posiciones que antes no conocía. Por eso la pronunciación cuesta trabajo: se le está pidiendo a uno de los órganos desarrollar acciones que antes no hacía. Ortiz hace además una analogía con el baile: mientras más se haga, lo
s músculos se irán acostumbrando, soltando y fortaleciendo. Lo mismo pasa cuando se quiere dominar una lengua extranjera.
Alison Clinton, directora del Centro de Lenguas del ITESO, asegura que la mejor técnica para aprender un idioma es la práctica. “No hay ningún secreto y no hay ninguna fórmula mágica tampoco. Es exponerte al idioma y practicar mucho”. Ella nació en Escocia, pero por su acento parece más bien que es de España. Fue ahí donde empezó a estudiar su segunda lengua. Si bien admite que para un niño es más fácil aprender un idioma, no es una tarea imposible para los adultos. Para ser más clara, se pone ella misma como ejemplo: “Soy un espécimen vivo de esto, pues aprendí español a los 22 años”.
Capacidades disminuidas
En los sesenta, las investigaciones del científico judío-alemán Eric Lenneberg lo llevaron a proponer la hipótesis del “período crítico”. Según él, después de una determinada etapa en la vida de las personas, la adquisición del lenguaje se vuelve imposible o incompleta. Este lapso inicia con el nacimiento y concluye en la pubertad, justo cuando el cerebro termina por definir a sus dos hemisferios. A partir de las ideas de Lenneberg, surge la idea entonces de que las capacidades para aprender un idioma decrecen con la edad.
Tanto lingüistas como neurólogos parecen coincidir en que la niñez es el momento más óptimo para el aprendizaje de otras lenguas. Por ejemplo, es durante este tiempo cuando se crea la competencia fónica, aquella que permite a una persona producir y percibir los sonidos del lenguaje. Este proceso termina alrededor de los 5 años de edad. Cuando un adulto quiere aprender un nuevo idioma tiene que recurrir a la misma “caja de sonidos” que desarrolló en su primera infancia. De ahí que sea difícil eliminar el acento extranjero por completo.
Alison concuerda con esta postura. Para ello explica que existe “el orden natural de aprender un idioma”: lo primero es el oído, luego el habla, después la lectura y por último la escritura. Con los adultos pasa algo diferente, pero no significa que sea un proceso artificial: si los niños y adultos aprenden de maneras diferentes, habrá que enseñarles de maneras diferentes. En este aspecto, una de las ventajas que tienen los grandes con respecto a las pequeñas “esponjas” es que pueden “potencialmente explotar las cuatro habilidades desde un principio”, señala la docente del ITESO.
Para obtener nivel básico: mil 200 horas
Ortiz Alvis comenta que si un adulto tratara de aprender como le hacen los niños con la lengua materna, es decir, sin tomar cursos y estando expuesto al idioma por largo tiempo (viviendo en el extranjero, por ejemplo), tardaría muchísimo más. “Va a empezar a aprender simplemente vocabulario y la cuestión gramatical no le va a quedar clara”. Su cerebro no entendería el porqué de las cosas.
La profesora de Filología Inglesa por la Universidad de Barcelona, Carmen Muñoz, hace cuentas en su libro Aprender Idiomas: “Si calculamos sobre la base de un niño de tres años, que ha estado unas doce horas diarias en contacto con la lengua, obtenemos 13 mil 140 horas”. Después extrapola la cifra con la realidad de un adulto: “Necesitaría cuarenta y cuatro años a un ritmo de tres horas semanales para alcanzar esta suma”. Un panorama así suena bastante desalentador.
Por lo general, largos tiempos de espera van acompañados de paciencia. Los expertos consideran que para obtener conocimientos básicos de un idioma extranjero son necesarias mil 200 horas de clase.
Si el alumno ambiciona un mayor dominio de la lengua, cinco mil horas bastarán. Ya con eso podrá impresionar a los nativos. En su caso, a Alejandro Castillo Mondragón no le importa el tiempo que le tome hablar el idioma. Lleva cuatro meses aprendiendo alemán y está dispuesto estudiarlo tres años como mínimo. Mientras se prepara para médico, le llama la atención viajar al extranjero: “La especialidad en Alemania sería algo para considerarlo. No por el hecho de que hoy planeo hacerlo, pero me gusta saber que si en un futuro busco estudiar allá, trabajar o algo lo puedo tener contemplado porque el idioma ya no es una barrera”, confiesa vía electrónica.
Aprender “tarde” necesita más motivación
La clave está en la motivación. No importa si es para impresionar a la chica de intercambio, leer al filósofo Heidegger en su propio idioma o entender el humor inglés de Monty Python, hay que conseguir un pretexto para continuar en este largo recorrido. “Si tú estás altamente motivado, es mucho más fácil aprender un idioma, es básico”, ataja con aplomo Clinton.
En 1995 se publicaron los resultados de un estudio realizado a un grupo de holandeses que tomaba clases de inglés. El objetivo de la investigación era ver si personas que habían empezado “tarde” a aprender un idioma podían conseguir la pronunciación propia de un nativo. Descubrieron que los alumnos que buscaron más las condiciones para estar expuestos al idioma eran los más motivados, y en consecuencia, hablaban con menor acento extranjero.
Generalmente son los mismos alumnos que tienen más interés en aprender que los que no temen equivocarse. No les importa cometer errores con tal de mejorar.
El Doctor José Ramón Torres Águila, de la Universidad de Cambridge, publicó un artículo para la revista catalana Phonika donde afirma que el “período crítico” es un mito. Entre sus argumentos recopiló una serie de desventajas a las que se enfrentan los estudiantes de idiomas en la etapa madura de la vida. Acerca de la timidez escribió: “Al adulto le avergüenza cometer errores en público”.
Lenguas para aprender lenguas
En entrevista, Eduardo Uruñuela Castillero, estudiante de física, relata cómo tuvo que imponerse al miedo de no ser entendido mientras vivía en Alemania: “Al ver que era extranjero, o a la primera que no entendía algo o que no decía bien las cosas, las personas me hablaban en inglés. Ya después yo les fui pidiendo que no me hablaran en inglés y que mejor me corrigieran los errores. Con eso progresé mucho”.
Otro factor que ayuda en el aprendizaje de idiomas, son… los idiomas. Para Ortiz entre más lenguas sepa una persona más fácil será aprender otras. “Su cerebro, su lengua, su boca conocen esos sonidos y entonces se puede apoyar en sonidos de otras lenguas para aprender los nuevos”. Uruñuela recuerda cómo, cuando tomaba clases en Guadalajara antes de su intercambio a Europa, los idiomas que ya hablaba le facilitaron su aprendizaje de alemán: “Sí, definitivamente me ayudó mucho saber esos idiomas porque hay palabras que se parecen, sobre todo del inglés. Y el francés más bien por las pronunciaciones raras a las que ya estaba acostumbrado”. Pero las ventajas también pueden ser culturales, pues como añade el lingüista del ITESO, Bernardo Masini Aguilera: “Mientras más lenguas conoce una persona, se hace de un bagaje de recursos para entender la realidad”.
Ciertas investigaciones demuestran que el idioma esperanto es particularmente útil previo al estudio de lenguas extranjeras. Su simple estructura permite al alumno darse cuenta de distintos casos gramaticales que puede aplicar posteriormente en el aprendizaje de francés, inglés o ruso. Springboard… to Languages es un programa de Inglaterra que enseña el esperanto para mejorar el desempeño de los estudiantes en idiomas. En su sitio web explican la misión: “Muchas escuelas solían enseñar a los niños la flauta dulce, no para producir una nación de músicos de flauta, sino como una preparación para el aprendizaje de otros instrumentos. Nosotros enseñamos esperanto, no para producir una nación de esperantohablantes, sino como una preparación para el aprendizaje de otros idiomas”.
Apreciar su propio idioma
Al final, cuando alguien aprende un nuevo idioma está aprendiendo también algo del suyo. Dice Claudia Ortiz que el adulto “va a tener que tomar su lengua materna como base”. A partir de ella hará comparaciones y detectará las diferencias, cosa que no sucede con los niños y su lengua natal. Esta distinta forma de aprender tiene consecuencias radicales para ambos bandos: aquellos que aprenden una segunda lengua en la etapa adulta son mucho más conscientes de la estructura del idioma. Clinton habla de una triste realidad: “Conozco gente que aunque el español no sea su primer idioma lo escribe mejor que gente que lo tiene como primer idioma”. Claudia es más tajante todavía: “Los hablantes nativos no conocen su lengua”. Por eso un idioma no es un aprendizaje más. Es un conocimiento de nosotros mismos. De lo que decimos y pensamos. Goethe, el inmortal poeta alemán, escribió en sus Máximas y reflexiones: “Quien no conoce las lenguas extranjeras nada sabe de la suya propia”.
Alejandro Zamora Esqueda/PAP-ITESO
2 comentarios
Margaret Nahmias · 26 julio, 2012 a las 7:30
Cuando empece solo era para entender gente a mi alredador. Ahora conocer otro mundo y simple placer de poder comunicar de multiples maneras me motivan.
María · 26 julio, 2012 a las 7:30
¡Qué bonito, Margaret!
Entendemos perfectamente que la comunicación y el conocer a más personas sean tu principal motivación.
¡Saludos!